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Félix Tejada Prieto



Me llamo Félix Tejada Prieto, nacido en diciembre de 1933 en mi Puerto de Santa María.

Teniendo mis raíces desde la generación de mi abuelo materno, como cerrajero, pienso que haya sido uno de los motivos de mi trayectoria profesional.

Transcurría el verano de 1946, eran tiempos difíciles y muy duros pues estábamos en la postguerra. Un día me encontraba jugando en la C/ Santa María jugando con otros niños al boli (canicas), escuché a mi madre que me llamaba para decirme que había hablado con su tío José Gallego (el maestro Rubio), dueño del taller de fragua, para trabajar en su taller y que mi hermano mayor Pepe ya trabajaba allí. Con los bolis en el bolsillo, a las dos de la tarde, ya estaba en la puerta del taller para empezar mi aprendizaje, jefe de cerrajería y forja.

Por lo tanto yo solo tenía 12 años cumplidos. Recuerdo que no me despedí de mi maestro del colegio D. Antonio de la Torre. Mi colegio estaba en la C/ Santo Domingo y esquina de la C/ San Bartolomé, por lo tanto las ventanas de mi clase estaban frente a mi taller y yo escuchaba el ruído que hace una clase llena de niños desde el que era ya mi trabajo.

Las primeras faenas que hace un aprendiz son acarrear agua para el personal, recoger las herramientras, barrer el taller, partir el carbón de fragua puesto que venia en tacos muy grandes, llenar el pilon de agua sacada del pozo para mojar el carbon, templar la herramienta y ayudar a los oficiales.

Con un año aproximado de taller, la faenas son más duras y bonitas. Ayudar al bocafragua (oficial de fragua) y machacar, que era la faena que a mi me gustaba.

Para mi este taller era un templo de arte, de buenos trabajos. Ver a mi maestro Rubio trabajar era la perfección en la fragua.

Recuerdo que el primer dinero que gane era de una peseta diaria. Nuestra jornada de trabajo era de la 8 de la mañana a la 8 de la tarde y cuando teníamos mucho trabajo, volviamos a las 9 hasta las 12 de la noche. También trabajabamos los sábados y domingos. A los tres años de estar trabajando me dieron de alta y ya ganaba tres pesetas diarias.

Luego pasé al taller de José Gallego Huerta (hijo del Rubio) en la C/ La Palma, después al taller de Manuel Paz, en Puerto Escondido. Recuerdo la primera faena, hacer unas anillas pegadas a fragua para la vagoneta de las salinas. También estuve en el taller de Domingo Prieto (primo de mi madre), en el taller de altaraz (en la Plaza de Toros) y cuando contraje matrimonio me fui a tabajar a Jerez, a un taller en la C/ Zaragoza.

Del taller de Jerez me trasladé a la base de Rota, como soldador de autógena y eléctrica especializado en soldaduras de alta presión.

Recuerdo que en todos los talleres que estuve me emplearon en la fragua ya que se me daba muy bien y era lo que a mi me gustaba. Estando en la base de Rota tomé un día la decisión de trabajar por mi cuenta y montar mi propio taller.

Corría el año 1964, cuando alquilé un corral en C/ Conejitos, sin agua, sin luz, tampoco tenía techo ni puertas. Aquí empieza mi primera y humilde empresa, tenía mis cuatro hijos y sin ingresos ninguno empiezo a comprar mis primeras herramientas, máquinas y empiezo mis primeros trabajos.